El viaje al Aneto es el primer viaje que hago con Muntania y la verdad, no puedo estar más que satisfecho. Desde el momento que empecé a preparar todo el material estuve nervioso e ilusionado por el viaje. Y me rondaba una pregunta en la cabeza todo el rato: ¿seré capaz? Iba a ser mi primera ascensión dura, con crampones y piolet y, el Paso de Mahoma… ¡Qué malo es Google y buscar fotos y videos! A pesar de todo esto, terminé de prepararlo todo y me fui a la cama, porque el día siguiente iba a ser largo.
Habíamos quedado el sábado en Benasque a las 2 de la tarde con el guía, por lo que el viaje desde Madrid iba a ser largo y hubo que salir temprano. Allí nos vimos con el guía, Manu, un tipo muy simpático y agradable como fui descubriendo el resto del viaje. Nos juntamos las seis personas que íbamos a subir y allí Manu nos dio las últimas instrucciones del viaje. Iríamos hasta un parking cerca de Benasque y allí repartiríamos el material e iniciaríamos la subida al refugio de la Renclusa.
La subida al refugio de la Renclusa fue sencilla y rápida, apenas 45 minutos desde el parking. Empezamos a apreciar los bellos parajes que terminamos de descubrir al día siguiente. El refugio era grande y cómodo. Estuvimos entretenidos el resto de la tarde hasta la cena en colocar el material y ajustar los crampones. Manu nos estuvo explicando en el mapa la ruta que haríamos al día siguiente y el plan del día: Hora de levantarse: 5:30 de la mañana, desayuno a las 6 y salir 6:30. Así que cenamos y a la cama a las 9:30. Yo ni me lo creía. Tan pronto a la cama. Sorprendentemente cogí bien el sueño y dormí fenomenal.
Domingo 5:30 de la mañana. Empezaba un largo día. Vestirse, lavarse, desayunar, coger las cosas, frontal y a andar. Salir del refugio y ver ese cielo estrellado me conmovió. Un espectáculo digno de ver. Empezamos a andar bajo el manto de estrellas sólo con la luz de los frontales. La primera subida hasta el Portillón fue muy larga y lenta. Mucho desnivel en pocos kilómetros y mucha pedrera, con hielo en bastantes sitios. Pero mereció la pena por ver amanecer entre las montañas.
Poco a poco fuimos ganando altura y llegamos al Portillón. Desde allí divisamos el glaciar del Aneto y el Aneto .El sol empezó a darnos en la cabeza y empezó a hacer calor. Seguimos por una leve bajada hasta el borde del glaciar, donde nos calzamos los crampones y el piolet y Manu nos encordó y nos explicó como iríamos subiendo por el glaciar hasta el paso de Mahoma
La ascensión por el glaciar fue lenta al principio hasta pillarle el truco a los crampones. Después se fue empinando y, junto a la altura, se hizo dificultosa. Pero conseguimos subir sin ningún percance.
Al llegar al paso de Mahoma y ver la cruz del Aneto al fondo sentí que ya había llegado. Pero todavía quedaba lo peor, sobre todo para alguien como yo que tengo vértigo. Me quedé más tranquilo al ver el paso y como iba la gente.
La verdad es que no parecía tan difícil como se veía en las fotos. Manu decidió pasarnos encordados de tres en tres. Yo iría en el segundo grupo, así que nos tocó esperar media hora para poder pasar por que había mucha gente pasando y sólo se puede hacer una fila. Así que aprovechamos para comer, hidratarnos y descansar.
Pasar el paso de Mahoma supone pasar por una cresta de unos 50 metros y con caída por los lados de 200 metros. Pero, primero, ir encordado da seguridad y, segundo, vas trepando entre rocas, por lo que tu vista va pegada a la roca todo el rato. Así que fue bastante sencillo. Llegamos arriba y fue lo más. ¡Qué subidón! 3.404 metros de felicidad y alegría. Fotos varias y para abajo.
Hicimos otra ruta de bajada. Ahora si fue algo más pesada. Bajamos rápido porque amenazaba lluvia. Conseguimos que no nos pillara en el glaciar. El resto de la bajada por la pedrera hasta el camino fue medio lloviendo. Bajamos hasta el río Ésera, que hubo que descalzarse para cruzar y ver su cascada.
Y desde allí un cómodo camino bajo la lluvia hasta el coche. Final del viaje y 2000 metros de desnivel bajados desde el Aneto. Felices y contentos volvimos a Benasque a tomar algunas bebidas isotónicas para recuperar y despedirnos. Algunos nos quedamos a dormir allí y volver a Madrid al día siguiente.
Estoy muy contento por haber hecho este viaje. Merece la pena hacer un viaje con guía. Era necesario para poder seguir el camino por el glaciar y todas sus indicaciones fueron geniales para mantener la máxima seguridad posible.
Creo que la ascensión al Aneto es accesible para casi todo el mundo con buenas condiciones físicas. Muy recomendable y seguro que repetiré.
Jorge